La maldición de hablar en público: ¿por qué nos movemos tanto?
Como vimos en el post sobre el Miedo a hablar en público, cuando nos ponemos nerviosos tendemos a movernos por el escenario sin ton ni son con el objetivo subconsciente de deshacernos de la energía extra causada por el impulso de adrenalina. Así, cuando vemos a alguien yendo y viniendo por el escenario sin sentido, inmediatamente sabemos que está nervioso.
Luego está el otro extremo: quedarse quieto durante toda la charla en un mismo punto, a veces incluso protegido de la audiencia por el muro inescrutable del atril.
Ninguna opción es recomendable: ambas pueden hacerte desconectar de tu audiencia.
¿Cuándo deberías estar quieto?
Deberías estar quieto en el escenario cuando quieras transmitir una idea. Si estás en un punto fijo, la atención de la audiencia está sobre ti. Idealmente, deberías tener un punto sobre el escenario para cada punto que quieras transmitir.
Por ejemplo, digamos que empiezas tu discurso en el medio. Para cada punto que quieras hacer llegar, puedes utilizar un punto diferente sobre el escenario – así la audiencia asociará tu mensaje con tu presencia física. Piensa en ello como memoria visual: «oh, dijo esto cuando estaba a la derecha».
You should stand still onstage when you want to transmit an idea. If you are fixed in a spot, the audience’s attention is entirely on you. Ideally, you should have a fixed spot onstage for every message you want to get through.
Estar quieto también ayuda en la proyección de la voz. Si no te estás moviendo, puedes estar de pie de manera más relajada. Esto hace que puedas sacar energía de la respiración y, en consecuencia, que hables mejor. ¡Pero recuerda no bloquear las rodillas!
¿Cuándo deberías moverte?
Muévete durante las transiciones entre puntos, sabiendo exactamente adónde quieres ir. Si caminas sabiendo tu destino, tus movimientos serán más precisos. Serán más limpios. Gobernarás ese escenario.
En teatro, esto se conoce como blocking: la determinación exacta de los movimientos de los personajes sobre el escenario para contar una historia. Aquí tienes una buena explicación del poder de los diferentes tipos de movimientos en función de su origen y su final, aplicado al teatro. En función de la dirección hacia donde te muevas y de dónde vengas, la intensidad del movimiento será diferente.
Durante las transiciones entre movimientos, tómate el tiempo para pausar, respirar, y mirar a tu audiencia. Esto funciona de maravilla tras hacer una pregunta retórica. Y si quieres hablar, utiliza frases que vayan apoyadas por el movimiento (por ejemplo, «esto nos lleva a la siguiente pregunta»). No digas nada importante mientras caminas, o tus palabras pueden perderse en el movimiento.
¿Cómo decides cuándo moverte?
Lo que yo suelo hacer es dividir el discurso en sus partes principales. Luego me hago un diagrama mental del escenario modelo, como en la imagen superior. En función de la duración del discurso, me muevo más o menos – pero procuro cambiar de lugar cada vez que quiero transmitir una idea diferente. Una vez llego a la sala, si es menor de lo que esperaba, me adapto: los movimientos quedarán más sutiles pero aun así llamarán la atención si lo acompaño con una buena modulación vocal.
La práctica lleva a la perfección
Hagas lo que hagas, practica. Cuantas más horas dediques al escenario, mejor controlarás tus movimientos. Aquí hay algunos sitios en los que puedes practicar:
- Únete a tu grupo local de Toastmasters (si estás en Barcelona, hay más de 15 en la ciudad!);
- Únete a tu grupo local de Agora Speakers (son pequeños y recién están empezando, pero la gente es genial);
- Acude a eventos como Ignite, que están por todo el mundo (aquí tienes Ignite Barcelona);
- Ve a eventos de networking con micro abierto para compartir tus ideas y ganar experiencia sobre el escenario.
Caminar sin sentido y estar de pie sin moverse son dos cosas muy comunes cuando se está nervioso. Aprende a controlar tus movimientos, y proyectarás más confianza. Aprende a controlarlo, y gobernarás el escenario.
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